El valor global anual de esta actividad se estima en 935.000.000 de euros pagados por los "gigantes de los medios sociales" a unos diez mil activistas que buscan desacreditar a la Organización Mundial de la Salud y a las entidades nacionales acreditadas. Estas lucrativas recompensas se justifican por la necesidad de la libertad de expresión, que puede ser, como mínimo, tenue, independientemente del efecto que este tipo de programas maliciosos pueda contribuir a una crisis de seguridad pública.
Uno de los varios enlaces de esta investigación me llevó al sitio web de Lions Den Communications, especializada en la prestación de servicios de relaciones públicas para las industrias farmacéutica y médica. Entre sus clientes se encuentran nombres como Pfizer, Bayer, Johnson and Johnson y, por supuesto, Facebook. Además de impartir cursos "one-to-one" de presentaciones por cámara web para ejecutivos, ofrece cursos completos de formación para la difusión de propaganda en los medios de comunicación. Su director general, un tal John Clare, es licenciado (investigación en comunicación de masas) por la Universidad de Leicester y su posterior experiencia periodística de veinte años en el Daily Mail e ITN le ha permitido escribir un libro revelador sobre el arte de contar historias para promover las intenciones de sus empresas clientes y su despiadado mundo de los negocios. Evidentemente, ese arte se ve favorecido por la capacidad de manipulación mediante la omisión o la redacción de las estadísticas oficiales de la sanidad.
El tratamiento mediante vacunas o medicamentos ingeridos para las enfermedades continuará mucho después de que se haya domado la actual oleada de virus Omicron. Las alteraciones de nuestro medio ambiente y del clima harán que esto sea inevitable, pero la difusión de información errónea sobre las dolencias no aportará ni consuelo ni bienestar a los millones de familias que lloran sus pérdidas por muerte o por enfermedad de larga duración. Los equipos organizados de prestidigitadores entrenados, acaudalados y astutos deberían ser disuadidos por medios legales de comunicar otra información que no sea la probada y factual sobre nuestros terribles predicamentos venideros.
Roberto Cavaleiro,
Tomar, Por correo electrónico