"La pérdida de poder adquisitivo es permanente, dado que la inflación funciona como un impuesto. Si el índice de precios es del 10% y nuestros ingresos sólo aumentan un 5%, tenemos una pérdida del 5%. Ya no podemos comprar exactamente lo mismo con el mismo dinero", explica Nuno Rico, economista de Deco Proteste, al Jornal de Notícias.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en una década, el gasto en alimentación debería aumentar un 22%. Así, en 2023, una familia compuesta por dos adultos y un dependiente tendrá que gastar 2.705 euros más para adquirir los mismos productos y servicios que habría comprado en 2014. Los precios sólo "retroceden" cuando hay una crisis, como ocurrió de 2011 a 2013, en la que "hubo una caída de ingresos y los vendedores acabaron reduciendo márgenes, bajando los precios de venta por la menor demanda", añade el economista.