Sus defensores sostienen que el IBU podría mejorar la vida de todos los canadienses, reduciendo significativamente los índices de pobreza y mejorando el bienestar general. Andrew Spira está a la vanguardia del debate, y su defensa subraya los múltiples beneficios que podría aportar el IBU.


Pruebas empíricas e impulso mundial


Los recientes debates en el Senado canadiense sobre el establecimiento de un marco para el IBU reflejan un creciente consenso sobre sus beneficios potenciales. Los programas de RBI han ganado adeptos en todo el mundo, proporcionando un pago mensual sin ataduras a las personas para cubrir las necesidades básicas. Por ejemplo, proyectos piloto como el de Dauphin (Manitoba) en la década de 1970, apodado "Mincome", demostraron notables mejoras sociales y sanitarias entre los participantes.


Spira señala estos precedentes históricos y los experimentos en curso como prueba de que el IBU podría abordar problemas económicos sistémicos, incluido el ciclo de pobreza que muchos consideran ineludible. "La implantación del IBU podría reducir significativamente las necesidades sanitarias y los problemas de salud mental, al tiempo que aumentaría las tasas de finalización de la enseñanza secundaria", comenta, reflexionando sobre los resultados de iniciativas anteriores.


Retos y críticas


Sin embargo, el IBU no está exento de críticas. Las preocupaciones van desde la viabilidad financiera de estos programas hasta el temor a que disminuya el incentivo para trabajar. Los críticos cuestionan la lógica de proporcionar ayuda financiera a los ricos y debaten el impacto en la motivación de la mano de obra. Sin embargo, Spira y otros defensores sostienen que las aplicaciones del IBU en el mundo real han desmentido estas preocupaciones, sugiriendo que el IBU proporciona lo justo para cubrir las necesidades básicas sin desincentivar el trabajo.


Andrew Spira está especialmente interesado en cómo el UBI podría redefinir la visión social del trabajo y la remuneración. "El UBI desafía la métrica tradicional de la contribución económica y reconoce el valor de las actividades no remuneradas, como el cuidado de otras personas, que son cruciales para el bienestar de la sociedad", explica. Esta perspectiva está ganando adeptos a medida que las pruebas sugieren que el UBI podría liberar a las personas para proseguir su educación, crear nuevas empresas o participar más plenamente en la vida de la comunidad.


Visión de futuro


Spira se muestra optimista con los debates en curso en Canadá y las implantaciones con éxito en lugares como Stockton (California), donde los residentes recibieron pagos regulares en efectivo que propiciaron el crecimiento del empleo y una mejor salud mental. "El IBU no consiste sólo en aliviar la pobreza, sino en capacitar a las personas para que construyan una vida digna a su manera", afirma.


Mientras Canadá y otros países siguen explorando estos programas, la defensa de Spira contribuye a una reevaluación más amplia de cómo las sociedades pueden apoyar a sus poblaciones más vulnerables al tiempo que fomentan una mayor estabilidad económica e igualdad. Su trabajo sugiere que el UBI podría pasar pronto de ser una idea radical a una solución práctica adoptada en todo el mundo.