Dado que el embarazo es un factor inevitable en el plan de vida de la mayoría de las mujeres, muchas pacientes diagnosticadas de endometriosis se enfrentan a preocupaciones adicionales relacionadas con su fertilidad y la posibilidad de un embarazo satisfactorio.

Los síntomas de la endometriosis suelen remitir durante el embarazo debido al aumento de progesterona, una hormona que pone en reposo las células endometriales. Esta mejoría se limita al embarazo y la lactancia, volviendo después la enfermedad a su estado clínico inicial.

En una minoría de mujeres embarazadas, el dolor puede persistir o aumentar: por un lado, si existen adherencias derivadas de la endometriosis (cicatrices internas), el aumento de tamaño del útero puede tirar de ellas y provocar molestias; por otro, se produce un aumento de otra hormona, los estrógenos, que puede estimular el crecimiento y la actividad de las células endometriales.

También pueden producirse complicaciones agudas, pero son mucho más raras. Si previamente existe un endometrioma, una acumulación de sangre en el ovario, puede agrandarse, romperse o infectarse. La probabilidad de apendicitis, perforación intestinal o hemoperitoneo espontáneo, es decir, hemorragia interna en el abdomen, es aún mayor.

La infertilidad es el primer obstáculo para las mujeres con endometriosis en relación con el embarazo, y afecta a alrededor del 30% de las pacientes. Por el contrario, alrededor del 70% se quedan embarazadas espontáneamente.
La mayoría de las mujeres embarazadas con endometriosis podrán tener un embarazo sin complicaciones. Este hecho no invalida que exista una mayor probabilidad de complicaciones que es importante conocer.

En el primer trimestre, aumenta el riesgo de aborto espontáneo y embarazo ectópico (embarazo localizado fuera del útero).

La rotura prematura de membranas pretérmino consiste en la rotura de la bolsa de aguas antes de que el embarazo haya alcanzado las 37 semanas, y es una situación más grave cuanto antes se produzca. Se considera placenta previa cuando se localiza sobre el cuello uterino o muy cerca de él, lo que crea el riesgo de desprendimiento de este órgano de la pared uterina y la consiguiente hemorragia, que requiere una cesárea. Los fetos con retraso del crecimiento fetal pesan menos de lo previsto para su edad gestacional.

También existe un mayor riesgo de diabetes gestacional, hipertensión gestacional y/o preeclampsia, una enfermedad específica y potencialmente grave relacionada con el embarazo que provoca un aumento de la tensión arterial y un grado variable de disfunción multiorgánica.

Durante el periodo periparto, podemos encontrarnos con las siguientes condiciones adversas: parto prematuro (nacimiento antes de las 37 semanas de gestación), parto distócico o cesárea, hemorragia posparto, necesidad de hospitalización del recién nacido en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales y, muy raramente, muerte perinatal.

Sabemos que muchas mujeres embarazadas con endometriosis tendrán un embarazo sin complicaciones, pero muchas presentarán retos adicionales que es importante saber reconocer y resolver, para garantizar un resultado feliz para la madre y el bebé. Esto requiere un esfuerzo conjunto de la futura madre, su familia y un equipo sanitario multidisciplinar con conocimientos y experiencia en el abordaje de esta enfermedad.

Este texto ha sido escrito por la Dra. Samanta Soares, Ginecóloga Obstetra del HPA - Gambelas

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