La huella global de Instagram es una prueba viviente; el hashtag se ha utilizado millones de veces, principalmente como vehículo para los "acaparamientos de cristales" (la tendencia de 'gramar cristales y piedras preciosas en diseños artísticamente curados). Según los informes, la industria está valorada en miles de millones, y las tiendas web de cristales de alta gama aparecen a un ritmo rápido.
La llamada "primera oleada" de minerales curativos tuvo lugar en los años setenta, pero dio a la práctica una reputación un tanto injusta, gracias a sus connotaciones de hombres hippies con cola de caballo y mujeres brujas que harían la competencia a Stevie Nicks. Hoy en día, la espiritualidad es tan importante como el ejercicio físico para muchos jóvenes, y con prácticas ancestrales como el yoga y la meditación que se están imponiendo, los cristales son la última novedad a la que estamos dedicando más tiempo.
"No es de extrañar", dice Reeya Avani, terapeuta de cristales y comerciante con sede en una zona acomodada del Mayfair londinense. "Los adolescentes de hoy sienten que tienen que estar a la última en todo, así que hay mucha presión de grupo para ellos en lo que respecta a la tecnología y las tendencias. Contrarrestan esto recurriendo a lo auténtico, a lo que fue".
Curación natural
Cree que una de las principales razones por las que la gente ha empezado a invertir en esta práctica es nuestra cultura enchufada y estresada, junto con un cambio social que se aleja de los productos farmacéuticos. "Ya no queremos tomar antidepresivos", dice Reeya. "¿Por qué tomar pastillas cuando puedes curarte con algo natural? Esta forma de pensar empieza a tener sentido para la gente".
Reeya afirma que su clientela abarca desde trabajadores urbanos agotados que buscan calma espiritual, hasta estudiantes que prefieren gastar dinero en su salud que en una noche de copas en época de exámenes.
Aunque hay pocas pruebas científicas, la terapia se basa en la premisa de que los cristales tienen estructuras moleculares muy consistentes que pueden devolver la armonía a las energías incoherentes o "bloqueadas" (un proceso conocido como "arrastre").
Los terapeutas holísticos creen que los cristales tienen frecuencias vibratorias únicas que pueden sincronizarse con el cuerpo de varias maneras, por lo que se cree que tienen diferentes propiedades curativas.
El lapislázuli es bueno para el dolor de espalda, me dice Reeya, mientras que la crisocola puede aliviar los dolores de la artritis. Reeya utiliza el aventrín verde, una bonita gema de color esmeralda, en clientes con el colesterol y la presión sanguínea elevados. Los beneficios emocionales también son potentes: El cuarzo rosa es famoso por ser bueno para el amor y para curar un corazón roto. La amatista es un buen fijador de la manta para promover los pensamientos positivos y absorber la mala energía, mientras que el ágata de encaje azul y la lepidolita pueden calmar la ansiedad.
El despacho de Reeya en Mayfair está repleto de cristales de todas las formas y tamaños, algunos de los cuales se han organizado para formar una línea que desemboca en la cama. Esto se denomina "disposición de los cristales", una especie de menú espiritual en el que cada piedra se alinea con una zona diferente del cuerpo.
Siete chakras
Reeya explica que los cristales se concentran en los siete chakras que van desde la cabeza hasta las entrañas: la coronilla, el tercer ojo, la garganta, el corazón, el plexo solar, el sacro y la raíz. Son los centros por los que fluye la energía en nuestro cuerpo. Un chakra bloqueado, explica Reeya, puede provocar enfermedades mentales y físicas. Me cuenta que se inició en la sanación después de pasar por una época traumática de su vida en la que estuvo "a punto de suicidarse", pero consiguió autocurarse utilizando cristales, y se describe a sí misma como "la prueba viviente" de que las terapias alternativas pueden funcionar.
"La amatista es brillante", aconseja Reeya. "Es mi piedra favorita. Creo que todo el mundo debería tener un trozo grande en su casa u oficina, ya que absorbe la energía negativa".
Está claro que apenas hemos rozado la superficie del "pico de los cristales", y el 2023 parece que será otro año clave en su ascenso meteorológico. ¿Un consejo? No vayas a pensar que es la Nueva Era.
"Los famosos tienen un gran impacto en el público y en lo que hacen. Sé que en mis tiempos, Boy George estaba metido en los cristales, y los Beatles eran grandes en la espiritualidad", dice Reeya.
"Pero no es algo nuevo. Es algo antiguo, como volver a lo básico. La gente lo está viendo bajo una nueva luz".