En declaraciones a la agencia Lusa, el presidente de Opus Diversidades admitió que la asociación ya ha recibido "algunas denuncias" de víctimas de este tipo de prácticas, y añadió que sólo el año pasado tuvieron cinco personas en tratamiento psicoterapéutico que habían sido sometidas a estas terapias.
Hélder Bértolo reveló que, en algunos de estos casos, las personas "fueron forzadas o coaccionadas por familiares", poniendo como ejemplo casos ocurridos "en el seno de comunidades religiosas".
Según el responsable, ya no se trata de técnicas como las utilizadas en los años 70, en las que existía la llamada terapia de choque, "que algunas personas en Portugal utilizaban entonces con buena voluntad", sino de "algo mucho más insidioso" y "más difícil de identificar".
Hélder Bertolo añadió que "hay muchas personas" que relatan situaciones en las que sus padres les sugirieron llevarles al médico cuando les dijeron que eran gays, lesbianas o trans.
"Esto indica que habría profesionales sanitarios disponibles para al menos intentarlo. Es algo que, después de cierta confianza, la gente nos cuenta y es una dimensión mucho mayor de lo que se podría pensar", señaló, destacando que el "secretismo" con el que se llevan a cabo estas prácticas dificulta su detección.
Por ello, abogó por que haya una "formación muy específica" para que, por ejemplo, los cuerpos de policía judicial, el Colegio de Médicos o la Inspección General de Sanidad "puedan ser sensibles a estos indicios".
Una opinión compartida por la directora ejecutiva de Casa Qui, asociación creada para "garantizar que esta población [LGBTI] reciba respuestas adecuadas en el ámbito de la salud mental, la acción social y la educación", según la cual la legislación que hoy entra en vigor "es muy importante".
Rita Paulos destacó que se trata de un "fenómeno oculto" y que, por ello, es necesario que el título aprobado no sea "sólo la letra", defendiendo que se apoye e informe a las personas "sobre los efectos nocivos de estas prácticas", admitiendo que la parte de penalización tiene "un peso muy fuerte en lo que constituye de disuasión de estas prácticas".
"No hay ninguna duda [sobre] el riesgo asociado, que hay que decir claramente que lo que ocurre es que estas personas que se someten a estas terapias muchas veces acaban suicidándose", advirtió Rita Paulos.
La ley que entra en vigor hoy, y en cuya redacción final participaron PS, Bloco de Esquerda, Livre y PAN, modifica el Código Penal y prevé penas de prisión a partir de tres años, y de hasta cinco años en el caso de terapias que impliquen modificaciones físicas irreversibles.
Las penas aumentan si los delitos son realizados por más de una persona, si la víctima es menor de 16 años, menor de 14 o si se trata de una persona especialmente vulnerable, entre otras situaciones.