El índice, liderado por Estonia, se subdivide en cinco áreas: Impuestos sobre la propiedad (Portugal aparece en 20ª posición), sobre el consumo (22ª), sobre la renta privada (26ª), sobre la fiscalidad internacional (31ª) y sobre las empresas (37ª), en la que Portugal tiene la peor clasificación.

André Pinção Lucas, Director Ejecutivo del Instituto +Liberdade, afirma a ECO que "la falta de competitividad fiscal ha sido uno de los principales obstáculos para el desarrollo económico portugués, que se hace más evidente cuando lo comparamos con otras economías similares". Y no se espera que la situación cambie en 2025. "El Presupuesto del Estado para 2025 no presenta medidas estructurantes que mejoren significativamente nuestra competitividad fiscal, por lo que no se espera que la posición relativa de Portugal cambie mucho en los próximos años, siendo por tanto una oportunidad perdida para crear un sistema muy fiscal".

En términos globales, Portugal mantiene la misma posición que el año pasado en la edición 2024 del Índice de Competitividad Fiscal, 35º entre los 38 países de la OCDE. Según un comunicado de Mais Liberdade, al que tuvo acceso ECO, en el informe de 2023, Portugal aparecía en la 34ª posición, pero la metodología del ranking se actualizó en esta edición y, por lo tanto, la posición portuguesa permanece inalterada. En la puntuación global, el sistema fiscal portugués cayó 0,2 puntos, habiendo pasado de 53,9 a 53,7 sobre 100 puntos.

¿Qué es el Índice de Competitividad Fiscal?

Este índice mide el grado de adhesión del sistema fiscal de un país a dos aspectos de la política fiscal: Competitividad y neutralidad. Un sistema fiscal competitivo tiene tipos impositivos marginales más bajos en comparación con otros Estados. Por otra parte, un código fiscal neutral debe producir un mínimo de distorsiones económicas, es decir, no favorece el consumo en detrimento del ahorro, como ocurre con los impuestos sobre la inversión y los impuestos sobre el patrimonio.

Según el informe de este año, los peores resultados del sistema fiscal portugués siguen siendo los relativos a las empresas (Portugal se mantiene en la penúltima posición), "especialmente debido a la elevada presión fiscal sobre las empresas y a la complejidad". Portugal tiene el segundo tipo máximo legal del IRC más alto de la OCDE, con un 31,5%, que incluye el 21% del impuesto, al que se suman el recargo municipal de hasta el 1,5% y el estatal, que puede alcanzar el 9%. Y sólo Colombia supera a Portugal, con un tipo máximo del 35%. Aún así, la Tax Foundation también cita, en el informe, algunos puntos positivos del sistema fiscal portugués. Las empresas pueden deducir los impuestos sobre la propiedad de sus ingresos imponibles y existe una limitación del sesgo de la fiscalidad basada en la deuda. Por otra parte, Portugal exime los dividendos extranjeros y las plusvalías de la mayoría de los países y ofrece amortizaciones de los costes de capital superiores a la media para las inversiones en maquinaria.

Los incentivos fiscales portugueses también distorsionan la toma de decisiones económicas. Un ejemplo de ello son los beneficios fiscales a la I+D, que aplican una subvención implícita del 35% a los gastos subvencionables (la segunda más alta de la OCDE, más del doble de la media de la organización), lo que representa una reducción de la carga fiscal independiente del tipo impositivo marginal. También en términos de complejidad fiscal, Portugal obtiene malos resultados, siendo el país con más tipos IRC separados (6).

En el caso de la renta privada, Portugal mejoró algunas posiciones en comparación con la edición de 2023 y ahora ocupa el puesto 26º. Sin embargo, según las conclusiones de la Fundación Tributaria, uno de los puntos débiles del sistema fiscal portugués es el hecho de que tiene un tipo máximo del IRS del 53%, incluido el impuesto adicional de solidaridad, y no existe un límite máximo para las contribuciones sociales.