"Necesitamos mejorar mucho nuestro sistema de acogida" de inmigrantes, pero "los incentivos que creamos como Estado deben ir asociados a responsabilidades" por parte de los empresarios, en concreto en el apoyo a la formación y a una vivienda adecuada para los que llegan.
"Estoy seguro de que todos trabajaremos para superar un desafío muy complejo que Portugal vive hoy, con la migración, y especialmente con la inmigración", dijo el responsable gubernamental, que presentó el Plan de Acción para la Migración a principios de semana.
Las nuevas normas, que incluyen el fin de las manifestaciones de interés (recurso que permitía a un extranjero que hubiera entrado en Portugal como turista acceder a un permiso de residencia siempre que tuviera un contrato de trabajo y 12 meses de descuentos sociales de seguridad), han entrado en vigor.
Actualmente, hay 400.000 casos de inmigrantes pendientes de regularización en la Agencia de Integración, Migración y Asilo (AIMA). "Hay 400 mil ciudadanos, personas, seres humanos, con sus vidas suspendidas esperando una respuesta del Estado", observó Leitão Amaro.
Esto se debe a que "tenemos instituciones estatales que no pueden garantizar la integración y un trato humano y digno a quienes eligen Portugal como país para vivir, ni pueden garantizar una inmigración segura, regular y ordenada".
De este modo, estas personas "caen en manos del abuso, de la explotación por parte de redes criminales", dijo.
Sin embargo, subrayó el ministro, "Portugal necesita inmigrantes" y no debe ser "un país de puertas cerradas".
A partir de ahora, un ciudadano extranjero sólo podrá acceder a un visado de residencia si ha completado su proceso en su país de origen, en muchos casos con un contrato de trabajo previo.
Las únicas excepciones son los ciudadanos de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), porque Portugal ha firmado un acuerdo de movilidad.
Hasta ahora, el acuerdo sólo establecía que estos ciudadanos podían estar en Portugal y tenían prohibido viajar por Europa, una de las razones que llevó a Bruselas a iniciar un procedimiento contra Lisboa porque las normas deben ser comunes a todo el espacio comunitario.
Para Leitão Amaro, "hay problemas para aplicar" el plan porque estos ciudadanos lusófonos están confinados.
"Actualmente, son personas tratadas como de segunda categoría, porque no se benefician de la circulación ni de un modelo uniforme del espacio Schengen y tienen una 'tarjeta' con un código QR", sin valor en otros países, destacó.
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