Las superestrellas de Hollywood como Leonardo DiCaprio ocupan una posición inusual en el discurso popular. Por un lado, están a la vanguardia de las causas progresistas. DiCaprio, por ejemplo, ha sido uno de los defensores más visibles y elocuentes del movimiento ecologista en los últimos años. Por otro lado, se encuentran entre las personas más ricas y privilegiadas del planeta.

Quizá haya una conexión. Es más fácil jugarse el cuello por una causa política y ser audaz en tus creencias cuando no tienes nada que perder, y no tienes que preocuparte por el dinero o las consecuencias. También hay un efecto multiplicador. Cuando todo el mundo a tu alrededor es activista, como ocurre en Hollywood, tu cámara de eco te arrastra de forma natural y te hace más propenso a hacer lo mismo.

Sin embargo, este fenómeno tiene sus inconvenientes. No todo son discursos inofensivos -aunque sí censurables- en las ceremonias de entrega de premios. Por un lado, pueden acabar perjudicando a la causa que defienden, porque su activismo corre el riesgo de alejar a la gente en lugar de ponerla de su lado. En el caso de DiCaprio, por ejemplo, sería fácil encontrar irritante su virtuosismo ecológico, dado su propio estilo de vida. Es conocida su afición a los megayates devoradores de diésel, y una vez recorrió miles de kilómetros en un jet privado, irónicamente, para recoger un premio medioambiental.

Pero el principal problema de que las estrellas se involucren en el discurso político es que tienden a equivocarse en cosas complejas. Los famosos tienen puntos ciegos. A menudo se meten en asuntos de los que saben poco. Gracias a su enorme alcance y a su falta de responsabilidad (no son interrogados por los medios de comunicación como los políticos, por ejemplo) pueden decir prácticamente lo que quieran y ser alabados por ello. Eso puede dar lugar a desinformación y a perspectivas sesgadas, especialmente en cuestiones políticas complicadas como el medio ambiente.

La política climática es todo menos sencilla. Hay matices y compromisos. Innumerables políticas ecológicas no consiguen frenar el cambio climático, y muchas nos empobrecen en el proceso. Podríamos acabar con el cambio climático mañana mismo, deshaciendo la Revolución Industrial y sumergiéndonos de nuevo en la Edad Media. Hay que debatir qué políticas merecen la pena y las personas razonables pueden discrepar. No es tan sencillo como "apoyar la acción por el clima" sin salvedades, como exige el activismo de Hollywood.

Los debates sobre el medio ambiente requieren discusiones sensatas, pero el modelo hollywoodiense de señalización de virtudes no se presta a ello. A los famosos les resulta mucho más cómodo difundir su mensaje por el mundo, proponiendo soluciones simplistas a problemas polifacéticos, y luego cerrarse a críticas y matices legítimos.

A menudo se equivocan en los hechos. Acaban alimentando la ira popular cuando las soluciones simplistas que vemos en pantalla no se materializan en la vida real, o incluso fomentando el miedo existencial a través de narraciones de catástrofes, como la película de DiCaprio No mires hacia arriba. DiCaprio no ha aprendido la lección de la polémica sus citada por aquel estreno, y ahora se ha volcado en una nueva película, Ozi: La voz del bosque.

Producida por Appian Way, la empresa de DiCaprio, Ozi: Voice of the Forest es un cuento de dibujos animados que narra la historia de un joven orangután que lucha contra fuerzas malignas para salvar una selva tropical. En la narrativa simplista de la película, empresas privadas irresponsables arrasan la selva tropical con fines lucrativos para fabricar aceite de palma. Pero, como suele ocurrir, la realidad es muy distinta.

Elaceite de palma se utiliza en innumerables productos domésticos, como alimentos y artículos de aseo. Su uso está tan extendido porque es barato de fabricar, lo que a su vez se debe a que es el producto de su categoría que más aprovecha la tierra. Si el aceite de palma desapareciera mañana, las empresas tendrían que cambiar a otros ingredientes como el aceite de colza o de soja, que requieren hasta diez veces más desmonte que el aceite de palma, lo que significa mucha más deforestación.

La película, al atacar el aceite de palma, pierde de vista el panorama general y corre el riesgo de desinformar a los espectadores, dejándoles con la falsa impresión de que el aceite de palma es un producto singularmente dañino y que deshacerse de él sería algo bueno. Incluso el mundialmente conocido Orangutan Land Trust y el zoo de Chester han expresado su preocupación al respecto.

"La inmensa mayoría de las organizaciones y expertos en conservación no están de acuerdo con un boicot generalizado al aceite de palma, y nos preocupa que los niños y las familias que vean esta película se queden con la impresión de que ésta es la medida correcta que hay que tomar", afirman. "Creemos que una de las formas más eficaces de atajar la pérdida de bosques y ayudar a orangutanes como Ozi es apoyar el aceite de palma sostenible, en lugar de boicotearlo por completo".

De hecho, gracias a las innovaciones de la industria, la deforestación del aceite de palma ha caído un 70% desde su pico de 2014, según Global Forest Watch. Hoy en día, más del 90% del aceite de palma importado en Europa está certificado como sostenible. Incluso el Fondo Mundial para la Naturaleza ha respaldado el aceite de palma sostenible como solución respetuosa con el medio ambiente al problema de la deforestación. Es una historia de éxito de la sostenibilidad, aunque eso no se sabe viendo Ozi: Voice of the Forest.

Es cierto que la película no es un documental. Pero si una celebridad como Leonardo DiCaprio va a hacer todo lo posible por transmitir un mensaje medioambiental a su público, especialmente en una película dirigida a los niños, le corresponde a él comprobar primero los hechos. De lo contrario, las estrellas de Hollywood corren el riesgo de socavar sus propias causas y hacer retroceder la lucha por salvar el planeta al producir desinformación masiva.


Jason Reed es analista y comentarista político en diversos medios de comunicación de todo el mundo. Tuitea en@JasonReed624