Era la tercera de los ocho hijos de Pasquale Aiello, sastre, y Teresa Paglilla. Su madre había rezado durante la Procesión de Rogativas por una hija a la que llamaría Elena y dedicaría a la Cruz de Nuestro Señor. Elena fue bautizada poco después de su nacimiento, el 15 de abril de 1895. Trágicamente, su madre falleció cuando Elena tenía sólo diez años.
Desde muy pequeña, Elena mostró una profunda inclinación espiritual. Hizo la Primera Comunión a los nueve años y recibió la Confirmación a los once. A pesar de los problemas de salud a los que tuvo que hacer frente durante su infancia, como una fuerte tos que le duró más de catorce meses y un accidente que le hizo perder dos dientes frontales, Elena siguió siendo devota a su fe.
Aspiraciones religiosas
El deseo de Elena de entrar en la vida religiosa se retrasó debido a la Primera Guerra Mundial. Durante este tiempo, se dedicó a ayudar a los refugiados y a los afectados por la guerra. En 1920, ingresó en las Hermanas de la Preciosísima Sangre, pero tuvo que abandonar debido a graves problemas de salud derivados de una operación chapucera en el hombro que la dejó con gangrena.
A pesar de estos contratiempos, la fe de Elena permaneció inquebrantable. En 1921, tras serle diagnosticado un cáncer de estómago que los médicos consideraron incurable, pidió la intercesión de Santa Rita de Casia y experimentó una curación inesperada.
En 1928, fundó las Hermanas Mínimas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en respuesta a estas experiencias místicas. El objetivo de esta nueva orden religiosa era promover la devoción a la Pasión de Cristo y servir a los necesitados.
Elena Aiello se hizo famosa en toda Italia y Europa por su piedad y sus dones místicos. Acumuló muchos seguidores que buscaban su consejo y sus oraciones. Tras su muerte, el 19 de junio de 1961, se iniciaron los trámites para su canonización. Fue beatificada el 14 de septiembre de 2011, un reconocimiento de la Iglesia Católica a su virtuosa vida y a sus contribuciones como mística y fundadora.