En la última década, Portugal ha experimentado un aumento significativo de las entradas de IED, situándose entre los principales países de la OCDE en términos de inversión entrante. Sin embargo, a pesar de este progreso, los marcos reguladores siguen condicionando las decisiones de inversión, influyendo en la capacidad de Portugal para atraer y retener a los inversores internacionales.

Portugal ofrece un marco normativo favorable a las empresas que ha sido elogiado por su apertura y alineamiento con las normas europeas. La armonización normativa dentro del Mercado Único Europeo ha reducido las barreras para los inversores del Espacio Económico Europeo (EEE), mientras que los esfuerzos de simplificación en curso han ayudado a reducir las cargas administrativas. Los incentivos financieros, las oportunidades de financiación y el talento cualificado han reforzado aún más el atractivo del país. Los inversores reconocen la mano de obra altamente cualificada de Portugal, su ubicación geográfica estratégica y sus políticas favorables a la innovación como factores clave para hacer del país un destino atractivo para la inversión.

A pesar de estas ventajas, algunos obstáculos reglamentarios siguen planteando dificultades a los inversores internacionales. Los procesos de concesión de licencias y permisos empresariales, aunque se han racionalizado en los últimos años, siguen considerándose complejos y lentos. Además, el sistema tributario de Portugal, aunque ofrece incentivos para la I+D y la innovación, sigue siendo complejo y cambia con frecuencia, lo que dificulta su cumplimiento por parte de las empresas. La lentitud de los procedimientos judiciales, especialmente en los tribunales administrativos, también se ha señalado como un obstáculo para la eficacia de las operaciones empresariales, lo que afecta a la confianza de los inversores.

La estructura del mercado laboral portugués presenta otro reto para la inversión a largo plazo. Aunque la mano de obra cualificada es un importante atractivo para las empresas extranjeras, la escasez de personal cualificado en algunos sectores se está convirtiendo en un problema. Muchas empresas desconocen los incentivos disponibles para la formación y el desarrollo de la mano de obra, y persisten las dificultades para contratar talentos de fuera del EEE debido a los cuellos de botella administrativos. La dualidad del mercado laboral, caracterizada por una brecha entre contratos temporales e indefinidos, sigue repercutiendo en la productividad y la equidad social, a pesar de las recientes reformas encaminadas a abordar esta cuestión.

Para reforzar aún más su clima de inversión, Portugal puede aplicar reformas normativas específicas. Racionalizar los procesos de concesión de licencias empresariales, mejorar la claridad de la normativa fiscal y acelerar la transformación digital en los servicios judiciales y administrativos crearía un entorno empresarial más predecible y eficiente. Una mayor transparencia en las evaluaciones de impacto regulatorio y una mayor participación de las partes interesadas en la formulación de políticas también contribuirían a la confianza de los inversores. Además, la simplificación de los incentivos a la IED y la promoción de un mejor conocimiento de las ayudas disponibles para las empresas maximizarían su eficacia a la hora de atraer capital internacional.

Portugal ha hecho progresos sustanciales para convertirse en un destino atractivo para los inversores extranjeros, pero la mejora continua de la regulación será clave para mantener la competitividad en una economía cada vez más globalizada. Fomentando un entorno más eficiente, transparente y favorable a los inversores, Portugal puede garantizar un crecimiento sostenido de la IED, reforzar su papel en el mercado europeo y apoyar el avance económico y tecnológico a largo plazo.


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Paulo Lopes is a multi-talent Portuguese citizen who made his Master of Economics in Switzerland and studied law at Lusófona in Lisbon - CEO of Casaiberia in Lisbon and Algarve.

Paulo Lopes