El Barómetro de Ciudades Inclusivas para la región de Europa, Oriente Medio y África, que analiza el rendimiento de 46 ciudades en cuatro dimensiones de la inclusión (económica, social, espacial y medioambiental), sitúa a Lisboa entre los centros urbanos que son "motores sociales", concepto que engloba a las ciudades con fuertes índices de inclusión social, pero que aún no han alcanzado la plena madurez en la reducción de las desigualdades.
En declaraciones a Lusa, Ana Luísa Cabrita, de la consultora de servicios inmobiliarios Cushman&Wakefield, responsable del análisis, subraya que no se trata de un "ranking", sino de un barómetro. "No hay mejores o peores, las ciudades se categorizan según su madurez", explica la directora de sostenibilidad y servicios ESG de la consultora en Portugal.
Lisboa aparece entre las "ciudades muy desarrolladas", al mismo nivel que Barcelona y Madrid, que están "inmediatamente por debajo de las más maduras", donde destacan ciudades de países como Dinamarca, Escocia, Finlandia, Noruega, Países Bajos y Suecia.
Lisboa es la única ciudad portuguesa analizada en el barómetro, con puntos fuertes como los altos niveles de seguridad y la baja criminalidad, así como la inclusión de otras culturas, revelándose como una ciudad "muy amable y abierta", marcada por la "alta aceptación LGBTQ+ de [lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, queer y otras personas] e (im)migrantes".
Turismo
Al mismo tiempo, Lisboa se considera una ciudad muy atractiva para el turismo. "En Lisboa asistimos a una gran renovación del tejido urbano, a una recuperación de edificios antiguos, al patrimonio protegido que se ha recuperado, a muchos más museos y también asistimos a una reorientación hacia el río desde la Expo98", apunta Ana Luísa Cabrita.
En cuanto a los puntos débiles, Lisboa tiene salarios bajos, una economía a pequeña escala y una población envejecida.
Lisboa está "muy bien clasificada", dice Ana Luísa Cabrita, reconociendo que "hay mucho margen" de mejora. "Estoy 100% de acuerdo en que una ciudad inclusiva no es sólo para viviendas de lujo o de clase media alta, tiene que ser una ciudad para todos los niveles sociales y para todas las condiciones como personas", destaca.
La consultora Cushman&Wakefield -que emplea a unas 52 mil personas en 60 países- ha querido crear este barómetro, "pionero en el sector", y también responsabilizar al sector inmobiliario de la construcción de ciudades más inclusivas, desde el punto de vista económico, social, espacial y medioambiental.
El barómetro ofrece "una guía para hacerlo mejor", sabiendo que el sector inmobiliario tiene "una fuerte influencia en el proceso de toma de decisiones a la hora de construir un nuevo edificio o una nueva zona", destaca Ana Luísa Cabrita, considerando que responder a las necesidades de los usuarios del espacio "nunca puede verse sólo desde la perspectiva del capital, sino que tiene que verse desde la perspectiva de la generación de valor".