Consiste en la destrucción progresiva del cartílago de la articulación, lo que hace que los huesos rocen entre sí, provocando inflamación y dolor y, posteriormente, rigidez, deformidad, limitación de la movilidad y de la fuerza del pulgar.
Es más frecuente en mujeres mayores de 40 años y se agrava al abrir una botella o girar una llave para abrir una cerradura. Suele desencadenarse por una caída o un traumatismo, pero también puede surgir por movimientos repetitivos de pellizco o torsión.
El tratamiento inicial es no quirúrgico. El primer enfoque es una férula que se lleva durante 6 o más semanas para inmovilizar el pulgar, así como medicamentos antiinflamatorios. La terapia manual y las inyecciones antiinflamatorias intraarticulares son también opciones de tratamiento conservador. En los casos en que no se toleran estas intervenciones o, sobre todo, si el dolor persiste, puede ser necesaria la cirugía.
Existen diferentes tipos de intervenciones quirúrgicas posibles para tratar esta patología. Una de las técnicas quirúrgicas se ha desarrollado en el Hospital Particular do Algarve. Se realiza de forma ambulatoria, sin necesidad de anestesia general, permitiendo una rápida recuperación y una excelente movilidad, recuperación de la fuerza y reducción sustancial del dolor.
Es necesario llevar una escayola durante una semana en el postoperatorio, seguida de una férula removible y rehabilitación de la mano, durando el periodo de recuperación entre 6 y 12 semanas.
Después de la cirugía, la fuerza muscular se reduce en comparación con la mano "normal", pero es superior a la fuerza experimentada antes de la cirugía. No siempre es posible estar totalmente libre de dolor.
El tiempo de baja laboral varía entre 4 y 16 semanas en función de la actividad del paciente.
Además de la intervención médica, la rehabilitación de la mano es importante e incluye
- Férulas de reposo durante la noche y/o el día durante las crisis de dolor. Mantienen la articulación en una posición correcta, estabilizando el pulgar con un efecto antiinflamatorio y previenen el empeoramiento de las deformidades;
- Férulas de función utilizadas durante las actividades de la vida diaria principalmente en las primeras etapas. Permiten el uso de la mano manteniendo el pulgar en una posición correcta sin sobrecargar la articulación, actúan como estabilizador de la articulación y previenen las deformidades;
- Aprender a utilizar la mano sin sobrecargar la articulación de la base del pulgar utilizando dispositivos de compensación y ayudas técnicas. En el caso concreto de la rizartrosis, es muy importante animar al paciente a hacer más gruesos los mangos de los objetos cotidianos, como cepillos de dientes o de pelo, cubiertos, etc.
- Hay que evitar realizar la misma tarea con gestos repetitivos durante un periodo de tiempo prolongado, por lo que se aconseja hacer paradas cortas cada 30 minutos.
- Las sesiones de rehabilitación de la mano dependen de la condición médica de cada paciente, pero el objetivo principal es restaurar la función del pulgar, disminuyendo el dolor, aumentando la fuerza y la movilidad, que suelen ser las quejas más frecuentes de los pacientes.
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