Un profesor de la Universidad de Coimbra, Paulo de Carvalho, destacó la preocupación que suscita el consumo de energía y agua de los sistemas de IA, en particular la refrigeración de los servidores de los centros de datos. No obstante, el profesor señaló que Portugal, con sus recursos naturales y el acceso a energías renovables, puede tener ventajas en la gestión de estos costes en comparación con otros países desarrollados, a pesar del carácter universal de la cuestión.

En declaraciones a la agencia de noticias Lusa, Paulo de Carvalho destacó que "cualquiera que quiera jugar al juego de la inteligencia artificial y los datos se enfrentará necesariamente a este problema", afirmó. "Recuerdo que la nueva tecnología de Nvidia [...] el nuevo chip Blackwell, tiende a ser refrigerado por agua, e incluso los pequeños servidores empezarán a tener estos problemas", añadió además.

Aunque no es un experto en energía, Paulo de Carvalho señaló que la situación atlántica de Portugal y su acceso a fuentes de energía renovables suponen una ventaja comparativa frente a otras naciones desarrolladas. "Tenemos una enorme zona geográfica marítima, tenemos energía eólica y mucho sol, somos potencialmente un gran productor de hidrógeno, y aquí tenemos unas condiciones muy interesantes, en comparación con nuestros colegas del norte de Europa", explicó.

Estudios internacionales indican que generar sólo 100 caracteres de texto generado por IA, como el de ChatGPT, consume medio litro de agua, lo que de Carvalho calificó de "preocupante y bastante aterrador". También subrayó que la eficiencia de la refrigeración de los centros de datos no sigue el ritmo de los rápidos avances de la IA.

"El gran reto desde el punto de vista científico y tecnológico es que, si nos fijamos en el cerebro humano [...] no consume estas cantidades de energía, es extremadamente eficiente. Todavía estamos muy lejos de esta eficiencia", subrayó. En septiembre de 2024, un artículo de MIT Technology Review informaba de que Microsoft había firmado un acuerdo de 20 años para alimentar sus centros de datos con una central nuclear reactivada en Pensilvania, lo que subraya la magnitud de las necesidades energéticas de la IA.