Se caracteriza por ser una afección neurológica y el tipo más común de demencia. Con el envejecimiento de la población, se prevé que el número de casos aumente drásticamente en las próximas décadas. A pesar de los avances en el conocimiento de la enfermedad, actualmente no existen tratamientos eficaces para ralentizar o invertir su curso. Sin embargo, un campo de investigación prometedor es el uso de células madre del cordón umbilical, que han demostrado resultados alentadores en estudios preclínicos y en los primeros ensayos clínicos.
La EA se caracteriza por un deterioro progresivo de las funciones cognitivas, como la memoria, el lenguaje, el razonamiento y la toma de decisiones. A medida que la enfermedad avanza, los pacientes tienen cada vez más dificultades para realizar sus actividades cotidianas y acaban perdiendo su independencia.
Alrededor de 7 millones de personas desarrollan demencia en el mundo cada año, y se calcula que, a nivel mundial, 46,8 millones de personas padecen demencia y que esta cifra aumentará hasta los 131,5 millones de personas en 2050. La demencia afecta a 1 de cada 20 personas mayores de 65 años y afecta a 1 de cada 5 personas mayores de 80 años. La enfermedad de Alzheimer representa entre el 50 y el 60% de los casos de demencia. Aunque aún no se conocen con exactitud los mecanismos que desencadenan esta enfermedad, se cree que múltiples factores, como la genética, la inflamación, el estrés oxidativo y la disfunción mitocondrial, desempeñan un papel importante.
En la actualidad, los tratamientos disponibles para la EA son principalmente sintomáticos y tienen como objetivo ralentizar la progresión de los síntomas cognitivos y conductuales. Los medicamentos más recetados son los inhibidores de la colinesterasa (ayudan a aumentar los niveles de acetilcolina, un neurotransmisor importante para la memoria y el pensamiento) y la memantina (regulan los niveles de glutamato, un neurotransmisor importante que desempeña un papel crucial en el aprendizaje y la memoria).
Sin embargo, estos tratamientos tienen efectos limitados y no pueden detener o revertir el proceso subyacente de la enfermedad. Además, pueden causar efectos indeseables como náuseas, vómitos, diarrea y fatiga.
Las células madre del cordón umbilical presentan propiedades únicas, como la capacidad de diferenciarse en múltiples tipos celulares y producir factores bioactivos que pueden modular el microentorno celular.
Los estudios preclínicos de la enfermedad de Alzheimer han sugerido varios mecanismos por los que estas células madre del cordón umbilical pueden ejercer efectos beneficiosos, como la reducción de las placas amiloides (proteínas tóxicas para las neuronas), la protección contra la neurotoxicidad, la estimulación de la neurogénesis y la modulación de la inflamación, ya que las propiedades antiinflamatorias de las células madre del cordón umbilical pueden ayudar a reducir la inflamación crónica que se observa en la EA.
Estos mecanismos sugieren que las células madre de cordón umbilical pueden abordar múltiples aspectos de la patología de la EA, en contraste con los tratamientos actuales que se dirigen sólo a un objetivo específico.
Motivados por los prometedores resultados de los estudios preclínicos, se están llevando a cabo varios ensayos clínicos para evaluar la seguridad y eficacia de las células madre del cordón umbilical en el tratamiento de la EA, todos ellos con resultados muy prometedores.
Dado que la EA es una enfermedad compleja en la que intervienen múltiples factores, puede ser beneficioso combinar la terapia con células madre de cordón umbilical con otros enfoques terapéuticos como medicamentos, inmunoterapia o estimulación cognitiva. Estas combinaciones pueden potenciar los efectos beneficiosos y abordar diferentes aspectos de la enfermedad.
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