El recurso, antaño abundante, de agua potable en el norte y centro de Portugal está sometido a la presión de las exigencias combinadas de la actividad industrial y comercial, especialmente en los sectores de la minería y el turismo "de calidad".
Por lo tanto, será necesaria la construcción de viviendas asequibles y la prestación de servicios sociales adecuados tanto para los ciudadanos portugueses participantes como para los inmigrantes y los trabajadores extranjeros invitados, cuya presencia es vital si se quiere lograr dicha expansión junto con la creación de una futura patria en la que las tradiciones de la vida civilizada puedan continuar para toda la población.
Desgraciadamente, la sequía que ha afectado a estas regiones durante la mayor parte del siglo XXI no muestra signos de remitir y, si las advertencias de inestabilidad climática son ciertas, probablemente se intensificará a medida que las inversiones proyectadas se hagan realidad con una inevitable demanda de mayor energía.
La imprescindible necesidad de conservar los recursos hídricos es de la máxima prioridad. Casi todas las cuencas fluviales nacen en España, donde los planes de desvío para abastecer las necesidades locales reducirán el caudal hacia territorio portugués. En ambos países existe oposición a la construcción de nuevos embalses debido a los trastornos medioambientales que provocan.
La mayor de estas presas en el centro de Portugal es la de Castelo do Bode, inaugurada en 1951 tras un problemático desalojo forzoso de personas de las orillas abandonadas del río Zêzere sin el pago de una indemnización adecuada por la pérdida de sus tierras y propiedades. La estructura de hormigón tiene una altura de 115 m. y reprime una capacidad útil de novecientos millones de m3. La mayor parte se destinó a la producción de electricidad, con una potencia instalada de 160 MW, y al suministro de agua a Lisboa a través de un acueducto de 135 km. Por supuesto, también se distribuyó agua a los consumidores domésticos y agrícolas de la región central y se inició la pesca extensiva en el pintoresco lago así formado. Al principio, el turismo era la última prioridad, pero la construcción de hoteles y centros de deportes acuáticos ha crecido a buen ritmo en los últimos treinta años.
Las prístinas aguas del ACB se han mantenido en gran medida libres de contaminación gracias a estrictos controles de construcción que insisten en que las fosas sépticas estén a un mínimo de 35 m. del nivel más alto del agua. Sin embargo, el vertido clandestino de residuos sólidos siempre ha planteado un problema y el reciente aumento del uso de embarcaciones de recreo ha incrementado la cantidad de restos flotantes.
La sequía de 1991 a 1995 en el Portugal continental obligó a los organismos nacionales y a los municipios a tomar medidas urgentes para mejorar la gestión de los recursos hídricos mediante la creación de una Autoridad Nacional del Agua que puso en marcha un sistema de control. En 1998 se firmó un Convenio entre España y Portugal por el que se crearon normas transfronterizas para controlar el flujo compartido de agua y repartirla de forma más equitativa entre las regiones.
La sequía de 2004 a 2006, la más grave desde 1960, puso de manifiesto la necesidad de una gestión internacional eficaz. Se creó una nueva Comisión que elaboró un informe exhaustivo con recomendaciones sensatas y viables para la planificación de medidas de socorro y conservación. Lamentablemente, los sucesivos gobiernos no han aplicado la mayoría de estas recomendaciones, lo que ha provocado que vayamos de crisis en crisis mientras disminuyen las precipitaciones y aumentan las temperaturas medias.
Las codiciosas peticiones de los municipios del Algarve y el Alentejo para que se bombee agua a través de una red de tuberías desde los embalses del norte hasta los del sur tienen poco que ver con la realidad. En su lugar, estas entidades deberían seguir los consejos de la Comisión, ya disuelta, (1) reduciendo el consumo y (2) siguiendo el ejemplo español de explotar procesos de desalinización de eficacia probada.Para beneficiarse de tal alivio, es vital estabilizar y reducir gradualmente las cifras confinando los productos agrícolas e industriales a los que menos agua necesiten y, sobre todo, haciendo del turismo hedonista una fuente de beneficios singularmente selectiva y respetuosa con el medio ambiente en beneficio de las comunidades locales.
por Roberto Cavaleiro
Tomar, 02 de enero de 2025